El domingo de Ramos entramos con Jesús en Jerusalén y afirmamos nuestra fe en Él y lo aclamamos.
Porque su entrega hasta la muerte es fuente de vida.
Porque creemos en Él y queremos seguirle.
Al finalizar, Santa Misa y Bendición de Ramos.
Su triunfo pasa por la cruz, pero termina en la resurrección.Como hizo Jesús, debemos entrar en Jerusalén. Una ciudad que hoy aclama al Hijo de Dios, al Mesías, pero que terminará clavándolo en la cruz. Resultaría demasiado fácil pasar de largo, no entrar. Pero no.
Esta semana será muy complicada para Jesús en Jerusalén. Para nosotros también debiera ser una semana importante… Para celebrar, para escuchar, para llorar por las injusticias, para rezar y para sentirnos todos llamados a la vida.
“Hosanna al Hijo de David, bendito el que viene en nombre del Señor, el Rey de Israel. ¡Hosanna en el cielo!”. (Mt. 21,9).