Cofradía de la Tercera Orden

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La Almunia de Doña Godina

Día de la contemplación agradecida del Misterio de la Cruz.

Viernes Santo, día de silencio y oración. Jesús, el Señor, muere en la Cruz. Y nosotros estamos aquí movidos por la fe, por la admiración, por el agradecimiento, por el amor. Porque su Sangre, su Cruz, son la fuente de nuestra vida, la luz de nuestro camino, la fuerza que nos transforma.

Nosotros, ante la Cruz de Jesús, ante su entrega total, nos sentimos débiles y pecadores. Pero al mismo tiempo sentimos que, gracias a Él, unidos a Él, podemos caminar, podemos avanzar, podemos vivir. Por eso hoy queremos acompañarle y queremos manifestarle nuestro amor: porque Él nos ha amado primero y nos ha libertado.

Hoy el Señor ya no está. Hoy no nos partirá el pan.  Comeremoscristo su Cuerpo partido ayer. Porque hoy el Hijo de Dios está en la Cruz. Hemos encontrado al pie de la cruz a María y al discípulo amado. Y dejaremos que en medio de las tinieblas, brille un resquicio de luz en nuestra desesperación, que separa al Padre de su Hijo Jesucristo: ¿por qué me has abandonado?. Jesús clavado en la Cruz, dice: tengo sed; y le damos vinagre. Hoy dejaremos que la Palabra entregue su Espíritu. Dejaremos que lo haga sobre María, sobre nosotros. Dejaremos que la Palabra susurre en el corazón de nuestro silencio. Porque por el madero de la cruz ha venido la alegría al mundo entero. La Cruz se ha llenado de Espíritu.

“Está cumplido”. E, inclinando la cabeza, entregó el espíritu.
(Jn 19,30)

Hoy no celebramos la Eucaristía. Hoy contemplamos a Jesús muerto en la Cruz, mientras esperamos celebrar la Eucaristía de la Noche de Pascua. Pero en esta espera nos acompaña también el Cuerpo del Señor entregado por nosotros.

“Después de esto, José de Arimatea se presentó a Pilato. Era discípulo de Jesús, pero no lo decía por miedo a los judíos. Pidió a Pilatos la autorización para retirar el cuerpo de Jesús y Pilato se la concedió. Fue y retiró el cuerpo. También fue Nicodemo, el que había ido de noche a ver a Jesús, llevando unas cien libras de mirra perfumada y áloe. Tomaron el cuerpo de Jesús y lo envolvieron en lienzos con los aromas, según la costumbre de enterrar de los judíos. En el lugar donde había sido crucificado Jesús había un huerto, y en el huerto un sepulcro nuevo donde nadie todavía había sido enterrado. Como el sepulcro estaba muy cerca y debían respetar el Día de la Preparación de los judíos, enterraron allí a Jesús”.
(Jn 19, 38-42)

Domingo de Resurrección
Caminico del Sepulcro
Bajaba la procesión
A guardar bien a su Cristo

(Eduardo García Pascual)

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